1880–1900

PATAGONES CENTRO DE UNA AMPLIO HINTERLAND

La colonización de los valles y meseta rionegrinos, convirtió a nuestra ciudad en un importante centro comercial y de servicios para dichos territorios al vincularlos a través de su puerto con Bahía Blanca y  Buenos Aires.

Los territorios patagónicos absorbieron al ovino que estaba siendo desplazado de la pampa húmeda, requerida ahora para la producción vacuna estimulada por las exportaciones impulsadas por  la incorporación del frigorífico.

Patagones se vio beneficiada no sólo por ser parte de esa inserción del ovino sino porque por su puerto se embarcaba la lana de una amplia región que incluía a la meseta rionegrina. Se instalaron entonces grandes barracas para acopio de los frutos del país y de los productos provenientes de Buenos Aires con los que se abastecía hasta la confluencia del Limay y el Neuquén. Todo este tráfico se realizaba con grandes tropas de carros y con los barcos de la Escuadrilla del Río Negro.
 
Este auge económico atrajo a emprendedores de distinto tipo: comerciantes, barraqueros,  hacendados,  nacionales y extranjeros. Con ellos nutridos contingentes de artesanos y de trabajadores rurales y urbanos.

Estos migrantes contribuyeron a enriquecer la política local que se vio conmovida por los grandes  conflictos de la época. Clericales y anticlericales, primero, conservadores y radicales luego, dirimían sus diferencias  a través de los periódicos locales, de las manifestaciones callejeras y del campo electoral.
En poco más de una década se triplicó la planta urbana de la ciudad. El antiguo Fuerte fue demolido y en su lugar se instalaron el palacio municipal y el templo parroquial. Se proveyeron importantes servicios públicos tales como  escuelas, un hospital, servicio de  agua corriente, alumbrado público, nuevo cementerio y corral de abasto. Asociándose a la prosperidad del momento, el Banco de la Provincia de Buenos Aires abrió una sucursal en 1884.

La campaña militar de Roca, que arrancó de sus territorios a las tribus indígenas permitió a Patagones abrir las comunicaciones terrestres regulares con Bahía Blanca. Al servicio de galera de los hermanos Mora le insumía tres días en cubrir una dura travesía a través de arenales, huellas y salitrales.

En 1880, llegaron los primeros salesianos, encabezados por el padre José Fagnano, y las religiosas de María Auxiliadora, lideradas por Sor Angela Vallese. Las labores misionales se desarrollaron en dos esferas: la sacramental y la de promoción social. En el aspecto sacramental, de mucho sirvió su labor para los fieles de ambas orillas que vieron afirmarse servicios religiosos que en el pasado no siempre habían sido adecuadamente cubiertos. En cuanto a los indios sometidos, la introducción de la religión católica contribuyó a la fragmentación de su cultura y a consolidar el nuevo orden impuesto por el Estado Nacional.
En el terreno de la promoción social desplegaron un accionar por demás fecundo. A la creación de servicios educativos tradicionales se sumaron la Escuela de Artes y Oficios y la Agrícola que atendieron a los sectores más humildes de la población, incluyendo a jóvenes indígenas. 

Tanta bonanza se vio sacudida en el año 1899, cuando una pavorosa inundación arrasó la ciudad de Viedma, las explotaciones rurales y la próspera calle Roca de Patagones. En el momento más crítico el caudal normal del río, de mil metros cúbicos por segundo, llegó a alrededor de diez mil metros. La pujanza de los vecinos y las favorables condiciones económicas permitieron en corto tiempo una notable recuperación de ambas poblaciones.

La extracción de sal siguió constituyendo una importante actividad por la cantidad de mano de obra que demandaba. La Salina “De la Piedra” –cercana a C. Cagliero- con unas 30.00 toneladas anuales daba ocupación a un centenar de obreros. Notable resultaba el sistema de transporte del mineral hasta el muelle de San Blas mediante su impulsión por una cañería y descarga en grandes piletones. En tanto la salina “La Espuma” explotada desde la época colonial, sólo demandaba la mitad de mano de obra con una producción destinada al frigorífico Armour.

En el norte del Partido, en las riberas tierras aledañas al río Colorado, la Ley 817 dio lugar a la distribución de las tierras arrebatadas a los indios en lotes de 10.000 has., determinando la concentración de grandes extensiones en unos pocos propietarios como los Luro, Pradere, Shaw y Estevarena.
En ese marco, la actividad colonizadora dejó de ser oficial para dar paso a la actividad privada. Esto es una colonización realizada por quienes poseían grandes extensiones de tierras y las subdividían para arrendarlas o venderlas.

Otro ingrediente lo constituyeron esforzados y tenaces pioneros como Ignacio Recondo, -vasco español- quien llegó a la zona en el año 1898 fundando un establecimiento de 2500 has. en proximidades de la actual Villalonga. Ya no se trata de propietarios ausentistas como los del Colorado.