Las prácticas del fraude electoral en Patagones
Hoy hasta resultan risueñas, las anécdotas que recuerdan las artimañas que se practicaban en los comicios hasta el año 1915 y durante la “década infame” (1932 –1943).
Pero para los vecinos de la época y para los esforzados militantes de los partidos trampeados, estos episodios generaban lógica indignación y repulsa.
• En la actualidad los sobres que se entregan a los votantes, son firmados previamente por las autoridades de la mesa y los fiscales de los partidos políticos.
Pero no siempre fue así. En una elección en Patagones en la década de 1930, se produjo un episodio calcado de lo que era una picardía clásica. Por entonces el sobre en el que el elector introduce la boleta, era firmado sólo por el presidente de la mesa después de que aquél dejaba el cuarto oscuro y antes de que lo introdujera en la urna.
Como todavía se escribía con pluma, antes de devolver el sobre al votante se lo ponía bajo un secante. En el caso que nos ocupa se venía usando el viejo recurso de tener bajo el gran secante otros sobres con la boleta de los candidatos oficialistas. Como el vecino era un conocido opositor al gobierno el presidente de la mesa actuó como solía hacerse. Reemplazó el sobre que le había entregado el elector por otro que contenía la boleta de los candidatos oficialistas.
Sólo que en este caso todo terminó en un gran escándalo ya que el vecino, conocedor de la maniobra, ofuscado, dio vuelta la mesa en medio de un gran escándalo que fue mayor al caer una decena de sobres que se guardaban debajo del secante de la trampa.
El vecino que destapó la trampa pasó la noche en la comisaría, detenido “por desacato”.
• Sabido es que en las elecciones muy reñidas por la paridad de sufragios entre los candidatos, una sola urna puede cambiar el resultado de una elección. Los memoriosos de Patagones recuerdan el caso en que el contenido de una urna fue reemplazado por completo en su tránsito desde Stroeder a Patagones.
• En una elección, los candidatos radicales habían tomado todas las precauciones para que los conservadores no les hicieran trampa.
Cuando estaba a punto de concluir el comicio, en una de las mesas se produjo un violento incidente. Un votante que parecía no estar muy “fresco” que digamos, sacó un arma entre sus ropas y amenazó de muerte a los miembros de la mesa. Una gran revuelo de sillas y mesas caídas que culminó fuera del recinto cuando los presentes lograron reducir al revoltoso. De vuelta en la mesa recogieron todo lo que había quedado en el piso y concluyeron normalmente el comicio.
Al realizarse el escrutinio los guarismos eran abrumadoramente favorables a los conservadores. Allí los radicales cayeron en la cuenta de que el incidente había sido fraguado y que en el momento en que todos salieron detrás del provocador, un pícaro había aprovechado para sustituir los votos de la urna.
• Custodiar las urnas hasta que las transportaban a la Junta Electoral en Buenos Aires o más tarde en La Plata era otra de las cuestiones clave para no ser trampeados.
Las urnas, una vez concluido el comicio se guardaban en el recinto del Honorable Concejo Deliberante. Dos episodios de fraude hemos conocido sobre el tema.
El más antiguo sucedió antes de 1910, cuando aún no se había bajado el nivel de algunas calles del centro. Entonces, la calle 7 de Marzo era más alta que en la actualidad y las oficinas municipales, ubicadas hoy en la planta baja del edificio eran parte del sótano.
Cerrado el recinto del Concejo y convenientemente custodiado por la oposición para evitar sorpresas desagradables, finalmente, al darse el escrutinio definitivo el resultado de la elección resultó totalmente diferente al real. ¿Qué había pasado?.
Una alfombra ocultaba una tapa en el piso que daba con el sótano, desde donde salió el tramposo que en horas de la madrugada cambió el contenido de las urnas.
• En adelante se tomó la precaución de levantar la alfombra y asegurarse que la tapa del sótano estuviera convenientemente cerrada.
Pero el ingenio del fraude no se rindió en la siguiente elección. Estaban de guardia nuevamente los opositores en el exterior del recinto. Nada podía pasar y sin embargo pasó. Otra vez se sustituyó el contenido de las urnas. ¿Qué había pasado? En esta oportunidad el tramposo estaba envuelto de tal forma en la alfombra retirada, que poco le costó salir del envoltorio, realizar la trampa y volver a su escondite.
• El “voto cadena” fue una lamentable práctica que se realizaba aún en tiempos relativamente recientes.
Esta trampa estaba dirigida a asegurarse que el votante al que se le iba a entregar una suma de dinero, votara al candidato del partido.
Para ello, había que sustraer un sobre firmado por las autoridades de la mesa, tarea que el fiscal de ese partido político realizaba al iniciarse el comicio, pasándolo luego a un cómplice que lo llevaba al local partidario. Allí se entregaba ese sobre cerrado conteniendo la boleta partidaria al votante. Este recibía el sobre vacío de las autoridades de la mesa. Ingresaba al cuarto oscuro, pero no sacaba ninguna boleta. Nuevamente ante la mesa depositaba en la urna el sobre cerrado que le habían entregado en el local partidario y regresaba prontamente a éste con el sobre vacío que le habían dado en la mesa. Este sobre era utilizado con otro votante y así se hacía la “cadena” hasta el cierre del comicio. Esto, por supuesto se hacía en todas las mesas, por lo que el partido podía acumular una buena cantidad de estos votos comprados y seguros.
¿Cómo se neutralizó esta trampa?. En la mesa se firman anticipadamente no más de cinco sobres, volviéndose a firmar recién cuando éstos se han agotado.
Estas anécdotas pueden mover a risa, ya que hasta pueden parecer travesuras.
Pero en rigor, el sistema electoral era feroz. Porque además de las triquiñuelas de este tipo, abundaba la violencia: actos de intimidación por la exhibición de armas, llegada al sitio de votación de grupos de choque acompañando a los adictos a un candidato, golpizas a los opositores y hasta tiroteos que podían terminar con muertos y heridos.
• Uno de los hechos más escandalosos fue sin dudas el acaecido en las elecciones del 27 de Noviembre de 1904. La violencia, ingrediente habitual de los comicios, terminó ese día con la muerte de un fiscal de mesa y heridas graves de un militante político.
El periódico quincenal “La Nueva Era” del 4 de Diciembre realizó una nota rica en detalles, parte de la cual transcribimos a continuación.
El asalto a los comicios
Como se desarrollaron los sucesos
La verdad adulterada
Todos los detalles
Nada hacia esperar que en los comicios debía desarrollarse la horrible tragedia en la que resultaron victimas los señores Fabio M. Farias y Esteban J. Negri.
Reinaba la mayor alegría, al parecer, y la lucha electoral tocaba a su término porque el partido ”Fomento de Patagones” ya no tenia votantes, cuando á eso de la 1.45 p.m. y después de larga espera, un grupo de siete individuos pertenecientes al citado partido, se dirigió al atrio.
Entre estos iba uno llamado Benjamín Díaz, que había sido rechazado por la mañana como fiscal, por no estar inscripto. El presidente del comicio, señor Malla, se dirigió al grupo y separo á dos de los siete que lo componían intimándoles a que se retirasen, lo que hicieron ellos acto continuo, siendo acompañados por el señor Malla hasta las gradas del átrio.
Mientras esto pasaba abajo, en la mesa los otros cinco trataban de colocar sus votos en la segunda mesa, de la que era fiscal el malogrado Farias, este con una boleta en la mano buscaba, puesto en cuclillas delante del tablero del registro, el número que correspondía a la boleta.
De pronto, sin que mediara la menor palabra, se oyó un disparo y simultáneamente la voz de Dozo que gritaba ¡ahora muchachos!
Fabio Farias cayó mortalmente herido y enseguida le siguió Negri también gravemente herido.
Enseguida se produjo el desbande pues los que pertenecían a la Unión Popular estaban en su mayoría desarmados, quedando dueños del campo Dozo y sus secuaces, quienes se ocuparos de romper registros, urnas, mesas y sillas.
Premeditación y alevosía
Nada es comparable a una sorpresa sobre todo cuando está bien preparada.
Farias fue sorprendido por la bala matadora, sentado en cuclillas, sin haber ni siquiera pensando en hacer uso de las armas que llevaba , porque ni le dieron tiempo para ello, ni tampoco había mediado palabra alguna que pudiera indicar una idea agresiva en sus adversarios; murió, pues, sin saber quien lo había herido tan alevosamente y sin saber siquiera en combatir, confiado en que la elección se llevaría a cabo en completa calma, porque desde la mañana se votaba en medio de risas y chacoteos.
Pero no debía continuar así; convencido el ex comisario Dozo que el triunfo se le escapaba, dio la señal convenida y sucedió lo que se había premeditado.
Por su parte el escribiendo de policía Eduardo Fuertes decía al ver llegar un grupo de partidarios del “Fomento de Patagones”: ahí viene un grupo de los nuestros; y cuando llegaba un grupo de la Unión Popular, decía al presidente del comicio ahí viene un grupo de los de ustedes; a lo que el presidente replicó: vea señor escribiente que ni v. ni yó podemos pertenecer a partido alguno ¿entiende?.
Por su parte el inspector Lavié, desde la mañana murmuraba con el presidente del comicio porqué este pretendía que todo fuera ajustado á la ley; en un momento dado llego a decir: ese presidente del comicio esta obstaculizando la elección con su ley y al mismo presidente le dijo “que nunca había presenciado elecciones y por encima de la ley estaban los pactos de los partidos”
Pero vamos al grano:¿Porqué la policía que estaba acantonada a 30 metros del atrio no impidió la rotura de los registros, urnas, mesas, y sillas llevada a cabo por Dozo y sus secuaces después del asesinato de Farias y Negri?
¿Porque no se tomo preso á ninguno de estos en el momento de ejecutar esos actos vandálicos que demuestran bien por lo claro sus intenciones feroces?
¿Es que era necesario que desapareciera la prueba del triunfo de la Unión Popular para poder inculpar a ésta de todo lo ocurrido?. Y así fue hecho. Dozo, Fosbery, Pedro Farias y otros, una vez cesados los tiros, continuaron tranquilamente su obra demoledora, rompiendo urnas, registros, sillas, mesas y cuanto tenían a la mano sin que la policía tratara de impedirlo.
Y si esto no bastara para demostrar el incorrecto proceder de la policía bastará hacer constar que en el momento del desorden permitía que el compadre Zonzo Zacarias Herrero amenazara con una carabina rémington á todo ser viviente que perteneciera a la “Unión Popular”.
En el número ppdd. hemos manifestado que confiábamos en el recto proceder é imparcialidad del inspector Félix Lavié, pero hoy rectificamos lo dicho, pues ese señor se ha portado a la altura de sus antecedentes por todos conceptos censurables. Es el mismo funcionario que otrora era mandado por superioridad para sumariar al ex comisario Dozo por tentativa de homicidio en la persona del Sr. Enrique Mosquera y a ese manifestaba a un grupo de nuestros amigos “que estaba convencido de la culpabilidad del acusado; pero que de autos no arrojaba el mas insignificante indicio de culpabilidad”.
¿Por qué la policía escalonada en la calle Alsina apuntaba al comité de la “Unión Popular” para que no saliera nadie de allí, mientras permitía que un numeroso grupo de individuos del “Fomento” ebrios completamente y revolver en mano, lanzaran gritos subversivos sin que nadie los molestara.
Declaración del herido Negri
El estimado joven Esteban Negri, tan querido en el pueblo por sus óptimos antecedentes también fue victima del asalto, resultó herido gravemente por un balazo, que pone en serio peligro su vida.
A pesar de la gravedad de la herida, pudo el joven Negri, en el momento del suceso, caminar hasta la casa del Sr. Gutiérrez donde le fueron prestados los primeros auxilios.
Al trasladarse el inspector Lavié a tomar declaración al herido, éste declaró que quien lo había herido era el ex comisario Dozo quien le descerrajo dos tiros de revolver, hiriéndolo con el segundo.
Negri, declara además, que desde el suelo consiguió hacer un único disparo contra su agresor, pero con muy mala suerte a causa de la gravedad de su herida, como así mismo, acusa a su heridor de ser el cabecilla de desorden, pues este dio principio al grito de “¡ Ahora vamos muchachos!”.
Esta declaración se confirma con muchas otras, que el Inspector Lavié no a querido tomar; pues quiere salvar a Dozo y sus compañeros a toda costa.
Resumiendo
Salvo detalles de menor importancia los hechos que se han desarrollado en la forma que dejamos relatada. Es un verdadero caso anormal visto por primera vez en Patagones y del cual es único responsable el ex Comisario Dozo y sus secuaces.
De otra parte todo era de esperarse porque el mismo Dozo lo había manifestado anteriormente ”que si no llegaba a ganar las elecciones, tampoco las perdería”. Muchas pruebas tenemos para demostrarlo si así nos lo exigiera un Juez imparcial. Pero, lo bochornoso del caso no para aquí, sino en el cinismo con que esos individuos se quitan el muerto de encima. Cometen tan abominable crimen por no poder ganar las elecciones y después con el mayor descaro acusan a sus victimas ¡Cuánta ignominia!.
Pero afortunadamente el pueblo está sobradamente convencido de la realidad de los hechos y ha juzgado ya con la recta vara de la justicia.
Podrá, si quiere, el inspector Lavié mistificar la verdad, como lo ha hecho hasta ahora, pero es de esperarse que la venida de un Juez instructor que no pertenezca a la policía, hará la luz verdadera en este asunto castigando a los culpables y rindiendo justicia a las victimas inmoladas por un complaciente Inspector de policía.
Muchos son los que presenciaron los hechos y hay otros que, sin ser actores en el terrible drama, han recogido frases comprometedoras de boca de los principales actores.
Esperemos; no siempre la injusticia y la perfidia triunfarán en este escarnecido pueblo!“
A fin de valorar adecuadamente estos hechos, recapitulamos sobre algunos elementos que surgen de la crónica periodística.
– Pese a que aquella señala que había sido éste “un verdadero caso anormal visto por primera vez en Patagones”, el día anterior al comicio, los rivales electorales habían acordado no concurrir armados. Esto deja traslucir que, si bien la violencia comicial nunca había alcanzado este punto, la intimidación física era moneda corriente.
-Los atacantes estaban armados, pero las víctimas – Fabio Farías y Esteban Negri – también. De Farías dice la nota que no pudo sacar “sus armas” y de Negri que (…)desde el suelo consiguió hacer un único disparo contra su agresor, pero con muy mala suerte a causa de la gravedad de su herida
-Los votantes de ambas facciones llegaban en grupos para votar.
-La policía no intervino para imponer el orden a los revoltosos.
Todo señala que al igual que en el resto del país, los contendientes electorales contaban con grupos armados, ya sea para defender la mesa comicial, para arrebatarla o con el fin de intimidar a los adversarios. Al autor de la nota periodística no parece llamarle la atención el hecho de que todos estaban armados. Esto da cuenta de que era ésta una práctica habitual y necesaria.
Además, y a fin de contrarrestar la presión del adversario, los adherentes a cada partido llegaban en grupos numerosos.
Era corriente que la policía actuara decididamente en apoyo a los candidatos favoritos del poder provincial o que hiciera “la vista gorda” permaneciendo impertérrita ante los desmanes de sus protegidos.